Día Internacional de la Mujer

Celebremos la justicia (a pesar de las tragedias)

En 2023, el gobierno de Honduras y la SETRASS son lideradas por mujeres fuertes y valientes. Con el ascenso democrático de Xiomara Castro Sarmiento a la Presidencia de la República y de la Ministra Sarahi Cerna a la cabeza de la Secretaría de Trabajo y Seguridad Social, entre otras, llega el momento de la justicia para la Mujer Hondureña. Pero ¿que ocurrió para lograr tan importante hito?¿Qué aceleró el curso de la historia para lograr superar siglos, milenios de machismo recalcitrante?

De tantos eventos, recordamos uno ocurrido poco más de un siglo atrás, y otro acaecido dentro de nuestras fronteras en años recientes que lo han propiciado, porque es imposible negarlo. Fue el asesinato de la activista lenca Berta Cáceres, premiada con el Premio Goldman y asesinada en La Esperanza el dos de marzo de 2016 el que eleva el perfil de la mujer hondureña, como reza don Livio Ramirez, “encendida y combatiente”. Y un siglo atrás, los hechos perpetrados en la ciudad de Nueva York, un sábado de marzo, en una maquila repleta de féminas.

Aquel día de 1911 marcaría la historia para siempre. Casi a la hora de la salida, en el edificio Ashe entre Washington Avenue y Greene Street de Nueva York un fuego inició en la fábrica Triangle Shirtwaist Company con 600 almas adentro. Había retazos de tela morada por todas partes, que con las mesas de madera, alimentaron un fuego veloz. Quienes escaparon de las llamas lo hicieron por una pequeña escalera lateral o saltando al vacío, a una muerte segura. La presión de las mangueras no alcanzó la altura del edificio, carente de extintores, y los dueños de la maquila que casi prohibían los descansos habían encadenado las puertas. En cosa de media hora un humo denso, color lila, invadió los cielos de la Gran Manzana, vistiéndola de luto.

El conteo fue de 146 muertes: 123 de ellas eran mujeres. Dos semanas antes,  se había celebrado la tercera marcha anual por los derechos de la mujer. La indignación por el incendio elevó al rojo vivo el tema de los derechos de la mujer, especialmente en el trabajo, y desde Estados Unidos se extendió al mundo entero. Aquel grito daba voz a las migrantes fallecidas, continuando una odisea emprendida por miles de mujeres que desde siglos antes, a océanos de distancia, clamaban por el derecho de la mujer a participar en todos los ámbitos de la sociedad. Debió suceder una tragedia de este calibre en una tierra como Estados Unidos para obtener resultados concretos. Después de la Guerra, el Congreso de Estados Unidos concedió el voto a la mujer: era el 26 de agosto 1920.

mencionadEn aquel tiempo, en Honduras, las mujeres aún no lograban el derecho al sufragio, ni el acceso universal a la educación, ni al trabajo en condiciones laborales decentes. Faltaba mucho — como ahora–  para lograr una igualdad de género y de hecho, más de un siglo después, en países como Afganistán y Siria muy pocas lo intentan.

En Honduras siguen existiendo rubros e industrias fuertemente cuestionadas por violentar la dignidad a sus empleadas. Y esto a pesar de la lucha emprendida desde tiempos del incendio neoyorkino por mujeres como Lucila Gamero Moncada, Visitación Padilla, Graciela Amaya García, Clementina Suárez y Argentina Díaz Lozano entre tantas que clamaron por legislar el derecho de la mujer al voto y a la igualdad de condiciones con los hombres. No fue sino hasta 1955 que a regañadientes se pasa la ley del voto femenino en Honduras, ejercido por vez primera en 1957.

Hoy la lucha sigue siendo encarnizada. A pesar de sus conquistas, la mujer hondureña fue víctima (y lo sigue siendo) de la violencia. Nombres como Riccy Mabel y Keyla Martínez (asesinadas), Belkis Molina, Angie Peña (desaparecidas) son evidencia. Destaca el impacto profundo del feminicidio de mujeres defensoras de áreas silvestres y/o protegidas como Jeanette Kawas, Margarita Murillo y desde luego, la mencionada líder ambientalista lenca, Berta Cáceres, asesinada en marzo de 2016 pocos meses después de recibir el Premio Goldman, considerado el Nóbel Ambientalista.

Hoy, la mujer hondureña tiene una oportunidad única de emanciparse por completo. Brilla no solo en la política con la Presidenta Castro Sarmiento, sino en la ciencia (María Elena Botazzi), en el deporte (Giuliana Ramírez), en las artes (Regina Aguilar, Xenia Mejía, Celsa Flores), y un largo etcétera.

Nos atrevemos a reafirmar, citando a la poeta Juana Pavón, que “Honduras tiene nombre de mujer”. Para 2023, en menos de un año la Presidenta Castro ha destacado en foros mundiales como la ONU en Estados Unidos y en el PMA en Italia. Y nuestra Ministra de Trabajo Lesly Sarahí Cerna igualmente ha dejado huella en la Conferencia Internacional de la OIT en Suiza, y como presidenta pro tempore del Consejo de Ministras y Ministros del Trabajo de Centroamérica y República Dominicana (CMT-CARD).

Ha sido un camino largo pero ha valido la pena. Desde Hipatia de Alejandría (s. 415 A.D.) a Juana Inés de la Cruz de México (1656), Olympe de Gouges de Francia y Mary Wollstonecraft de Inglaterra (1797) a Berta Cáceres de Honduras (2016), el camino apenas comienza. Pues como acotó recientemente la Ministra Cerna,  “las mujeres en el ámbito  laboral y social somos fundamentales pues poseemos ese mix de características que permiten unir las cualidades y habilidades atenientes a nuestro género para contribuir al desarrollo moral y sostenible de la nación”. Que así sea, pero citando a la más excelsa de todas, la Bienaventurada María de Nazareth (33 A.D.), Madre de Jesús Crucificado, hagamos lo que hagamos, que siempre llevemos en el corazón sus palabras en las Bodas de Caná: “Haced lo que El os diga”… so pena de arder en el fuego inextinguible (APLRO).

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